Desde el concepto de la reencarnación, vida tras vida, nuestro computador interno del ADN comienza a registrar cada evento más allá de su estructura original. Cada emoción/pensamiento percibido, ya sea generado por nuestros sentidos o por el ambiente externo (observaciones, creencias, traumas, eventos, condicionamiento paterno, influencias sociales, etc.) es recolectada y registrada dentro de nuestras células y su ADN.
En cierta forma, nosotros elegimos en todas, y cada una de las vidas, los objetivos y experiencias de nuestra encarnación con la finalidad de desarrollar la conciencia de nuestra alma, y de esta forma, adquirir una mayor maestría. Cada vez que llegamos aquí, en forma física, el telón se baja nuevamente y nos sentimos atrapados y aislados, inmersos, nuevamente, en la ilusión. El sentido de separación y olvido de «quienes somos», que nos agobia durante nuestra existencia, forma parte de este gran experimento que nos pone a prueba y nos motiva para volver a reconectarnos a nuestra Realidad Espiritual, y con ello, recordar «quienes somos y el potencial de nuestro poder interior».
Por ello, el ADN es muy importante para comprender el desarrollo espiritual. Allí se encuentran los conectores informacionales con nuestra Esencia Espiritual y el Cosmos, y todo lo que ello implica. La información espiritual que proviene del Cosmos/Fuente Universal/Gran Espíritu, y que opera a través de tu Ser Superior, penetra en tu corazón (que se distribuye por el campo áurico, sistema de chakras y meridianos axiales), activa la memoria celular y ADN, haciendo posible la activación de potenciales dormidos y la sanación del alma. Por eso, es importante ser conscientes de lo que implica ese proceso.
Cada célula de nuestro cuerpo está conectada a un patrón lumínico superior, y así progresivamente hasta la eternidad. Los patrones axiales o geométricos sagrados posibilitan esa interconexión con la Fuente Universal. Sólo hemos olvidado que ello es posible.
Además, estos patrones geométricos sagrados constituyen las redes electromagnéticas de conciencia que envuelven a la Tierra, y que estimulan al Ser Humano en determinado ciclo evolutivo, es decir, las redes de conciencia establecen los niveles evolutivos de las especies. Estas redes claramente están en sintonía con el Cosmos. Algunos científicos están siendo conscientes de la existencia de estas redes, las cuales denominan campos morfogenéticos.
Es muy importante integrarnos en esta dirección evolutiva. Claramente los nuevos niños traen una mayor conciencia de ello, pero es importante señalar que toda persona debe hacer ese proceso más allá de los potenciales que se establezca a priori. El ADN debe ser estimulado por la propia conciencia de cada individuo para despertar estos potenciales, y en ese sentido, nadie puede realizar ese trabajo por otro. Cada persona es responsable de sus acciones, y de sí misma, por eso, a medida que se reconecta a su realidad espiritual, tendrá mayor asidero su propia transformación y la activación de su máximo potencial co-creativo.
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